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http://www.cetabol.cotasnet.com.bo/info/mhato.pdf

http://www.cetabol.cotasnet.com.bo/info/mcria.pdf


MANEJO DE LA VACA Y DEL TERNERO EN EL

SISTEMA TROPICAL DE DOBLE PROPÓSITO

Raúl Botero Botero  MVZ, MSc.

Facilitador del Aprendizaje, Investigador y Consultor Internacional.

Universidad EARTH

rbotero@earth.ac.cr

Introducción

            Si bien la alimentación balanceada en cantidad y calidad de nutrientes es la clave para alcanzar un destacado comportamiento del ganado bovino y bufalino, algunas prácticas de manejo son también muy importantes para permitirles manifestar su máximo potencial genético, productivo y reproductivo, reducir la mortalidad e incrementar la rentabilidad del sistema de manejo de doble propósito, sin que sea necesario realizar altas inversiones para su implementación en la empresa ganadera.

 

1. Manejo de vientres próximos al parto

            El término vientre incluye, tanto novillas o buvillas, como vacas o búfalas, que a su vez deben manejarse en forma diferente. 

El empadre o la inseminación artificial de las novillas y buvillas comerciales se debe efectuar cuando alcancen un peso vivo por encima de 300 y 400 kilogramos de peso respectivamente, o bien 65 al 70% del peso adulto de los vientres comerciales del hato (Bastidas, P.S., 2002). Recientemente se ha demostrado que, si una novilla comercial se preña con un peso igual o mayor a 340 kilogramos, se reduce el tiempo necesario para lograr su segunda preñez.  

Las novillas próximas al parto (30 días antes, o al llenado de la ubre) se deben introducir al lote de vacas en ordeño, para acostumbrarlas al personal y a la rutina de manejo durante el ordeño. Esta práctica es más necesaria en novillas con mayor proporción de Cebú, debido a que son animales nerviosos.  La práctica de colocarle a cada novilla un cabezal o gamarrón que lleva anudados unos dos metros de lazo, dejándolo arrastrar libremente por el suelo, permite que las novillas, al pisar el lazo, se acostumbren a estar con la cabeza amarrada, mientras se adaptan al ordeño.

           

1.1 . Potreros de maternidad

Los vientres próximos al parto (una vez se inicia el llenado de la ubre) deben ser llevados a un potrero de maternidad. Este deberá ser un lote preferiblemente plano, sin zanjas, huecos o pozos desprotegidos y sin acceso a bosque, para evitar la pérdida de terneros. Con agua permanente, abundante y limpia, con un cobertizo pequeño o árboles de sombra. Debe estar contiguo a una vivienda de la finca, con el fin de poder ser revisado dos veces al día por el personal, para ayudar oportunamente a las vacas durante el parto, en caso necesario. El potrero de maternidad no debe ser utilizado para mantener animales enfermos, animales de otras especies o animales ajenos a la empresa.

En vientres con alto mestizaje de razas lecheras europeas se puede presentar Fiebre de Leche (Hipocalcemia), antes, al momento o después del parto. Esta situación se puede prevenir al suministrar sal blanca en los saladeros del potrero de maternidad (Botero y Kass, 1985).

            El área del potrero de maternidad depende del tamaño del hato, siendo preferible que esté dividido en, al menos, dos lotes, para hacer un pastoreo alterno y evitar el sobrepastoreo o la necesidad de suplementar las vacas próximas al parto.  Las cercas periféricas no deben ser electrificadas y deberán impedir el acceso a perros.

 

2. Manejo de la vaca recién parida

            Una vez que la vaca ha parido sin dificultades, hay que asegurarse de que el ternero puede amamantar los pezones normalmente dilatados. La vaca sólo deberá ordeñarse por primera vez a las 24 horas después del parto, para procurar al ternero recién nacido el consumo del calostro durante las primeras 6 a 8 horas posparto.  Se debe controlar además que la vaca expulse la placenta en un tiempo máximo de 48 horas después del parto, en caso contrario, se afrontará como una retención de placenta y deberá ser tratada según criterio del veterinario. (De Alba, 1985).

            Si se presentan heridas por dilatación excesiva de la vulva, deben curarse oportunamente para evitar miasis o gusaneras e infecciones bacterianas. La vaca recién parida podrá entonces desparasitarse y deberá permanecer por cinco días en el potrero de maternidad, ante la presencia permanente del ternero. Al sexto día su leche ya puede ser ordeñada para la venta, pues ya no produce más calostro.

En raras ocasiones se presenta antes, durante o después del parto el prolapso o salida de la vagina, del cuello uterino e inclusive del útero de la vaca. En estos casos debe lavarse el órgano prolapsado con abundante agua limpia, espolvorearle azúcar en abundancia, el cual en 30 minutos reduce el edema, al extraer el agua acumulada dentro del tejido, además de que desinfecta, estimula la cicatrización de heridas y lubrica el órgano, para introducirlo de nuevo más fácilmente dentro de la cavidad pélvica y luego coser o suturar los labios de la vulva, desde la comisura superior hasta cerca de la comisura inferior, para permitir la salida de la orina durante la micción y evitar un nuevo prolapso vaginal, cervical o uterino. La sutura se retira en tres días, cuando ha terminado la relajación de los ligamentos pélvicos por efecto hormonal normal, cerca del parto o del celo de la vaca. Las vacas que presentan este prolapso es mejor eliminarlas del hato, para no correr el riesgo posterior de muerte y pérdida total del animal.  

 

3. Manejo reproductivo de las vacas en ordeño

            Está ampliamente documentado en la literatura pecuaria tropical, que la presencia permanente del toro reproductor en el lote de vacas lactantes estimula la presentación e intensidad de los celos. En caso de que se utilice monta controlada o inseminación artificial, además de la observación del personal, la presencia permanente de toretes enteros (con pene fijado, desviado o vasectomizados) o de vacas androgenizadas, estimula la presentación e intensidad de los celos y permite la detección oportuna de los celos normales y silenciosos. La utilización de probadores o marcadores, que detectan los celos oportunamente, permite efectuar la monta controlada o la inseminación en su momento más apropiado, para así obtener una mayor eficiencia reproductiva. (Botero y De Alba, 1990).

Debido a que la gran mayoría de los celos en las hembras bovinas se presentan durante la noche, cada animal detector de celos debe portar un chimbol (marcador con tinta, sostenido por un arnés debajo del mentón). Las vacas que amanecen marcadas con la tinta del chimbol deben ser servidas o inseminadas oportunamente.

A partir del sexto día después del parto la vaca puede ser expuesta al toro, sin tener que preocuparse por el hecho de que sea servida al presentar su primer celo, pues solamente quedará preñada si está apta para mantener la gestación.  En vacas, el primer celo fértil se debe presentar entre 45 a 60 días después de cada parto.

Si la vaca se preña muy temprano, después del parto, es necesario secarla más temprano, pero la vaca produce cerca del 90% de la leche de la lactancia en los primeros seis a siete meses del ordeño.

 

3.1. Destete temporal

            Una práctica que se puede utilizar para estimular la presentación del celo fértil en las vacas con ovarios no funcionales, es el destete temporal (De Alba, 1985).  Consiste en que las vacas que durante los primeros 60 a 90 días posparto no han manifestado celo, se les aísla el ternero durante 72 horas continuas. Además, las vacas sometidas a destete temporal no deben ser ordeñadas durante esos tres días, sin que esto haya causado el secado de la leche, ni haya causado mastitis.

            El efecto fisiológico de esta práctica consiste en lograr suspender temporalmente la producción de la hormona prolactina, la cual bloquea la producción de factores liberadores de las hormonas folículo estimulante (FSH) y luteinizante (LH). El nerviosismo causado en la vaca, por el destete temporal, hace que se liberen al torrente circulatorio los corticoesteroides (adrenalina y noradrenalina), que bloquean temporalmente a la prolactina y estimulan a la vez la producción de los factores liberadores de las hormonas FSH y LH, que desencadenan el celo fértil. La mayoría de las vacas responden a un primer tratamiento, sólo unas pocas vacas requieren de dos tratamientos, con un intervalo de quince días, y hay unas pocas vacas que no responden. Esta práctica, para ser exitosa, requiere de una buena condición corporal de las vacas (que se logra con buena alimentación) y de buenas cercas, instalaciones y personal de manejo.

 

3.2. Lavado intrauterino estimulante del celo

            En vacas que, aún teniendo una buena condición corporal, no entran en celo oportunamente, se presenta la alternativa de hacerles un lavado intrauterino con 50 cc de una solución madre de Lugol al 1% en agua destilada (Bicca Andujar et al, 1978).

            Con este tratamiento se puede esperar que hasta un 80% de las vacas con ovarios no funcionales, pero en buen estado de carnes, manifiesten un celo fértil en 4 a 12 días después del lavado. Un mínimo de vacas requiere de dos lavados y unas pocas vacas no responden al tratamiento. La solución de Lugol causa una leve irritación de la mucosa uterina y al mismo tiempo una desinfección interna del órgano.

3.3. Manipulación del útero en el primer mes posparto

            Randel (1993), documentó el efecto positivo de la palpación rectal alrededor del día 30 después del parto y su acción sobre el incremento de la eficiencia reproductiva en el ganado bovino en amamantamiento. Esto se debe a que la manipulación del útero, realizada por un profesional competente, hace que en la vaca madura (2 o más partos) el aparato reproductivo libere  prostaglandina F2 alfa, que actúa reiniciando el ciclo estral.

           

4. Alternativas para el amamantamiento

            Se hace necesario diferenciar si se realizan uno o dos ordeños al día, lo cual dependerá principalmente de la disponibilidad y calidad del forraje o suplementos, pero también de la posibilidad de mercadeo, de procesamiento o de almacenamiento de la leche del ordeño de la tarde, en caso de disponer de equipo de enfriamiento.

 

4.1. Ordeño único diario

            En este manejo tradicional los terneros lactantes permanecen con las vacas desde la finalización del ordeño en la mañana, hasta la una o dos de la tarde, hora en la cual se apartan hacia el corral o preferiblemente hacia un potrero donde pastorean durante la tarde y la noche.

En vacas puras o cruzadas, utilizadas para la producción de carne, también se puede realizar un solo ordeño diario durante los primeros 90 a 100 días de lactancia, soltando luego la vaca con el ternero para criarlo a toda leche. Esto permite incrementar la eficiencia reproductiva en el ganado de carne y obtener un flujo de caja adicional, sin afectar el peso de los terneros al destete.

 

4.2. Amamantamiento restringido

            Una práctica que incrementa sensiblemente la eficiencia reproductiva en los hatos de doble propósito consiste en que los terneros entre 4 a 5 meses de edad, dependiendo de su estado de carnes, son separados de sus madres una vez se termina la labor del ordeño de todo el hato en la mañana.

Esta práctica puede hacerse más drástica, separando los terneros desde el día inicial del ordeño, siempre que se pueda realizar un segundo amamantamiento, al medio día.

A partir de los 4 a 5 meses de edad, los terneros manejados así ya tienen el rumen desarrollado y funcional y pueden aprovechar mejor los nutrientes de los forrajes.

            En el ordeño diario es conveniente dejar un cuarto de la ubre sin ordeñar. Esta leche, además de la residual, será la que amamante el ternero. El cuarto no ordeñado deberá alternarse con frecuencia para evitar la deformación de la ubre. Esta práctica sólo se hace necesaria en vacas hasta con cinco meses de edad del ternero; a partir de esa edad, el consumo de la leche residual es suficiente para que el ternero logre un peso adecuado al destete.

El amamantamiento restringido evita la pérdida excesiva de peso, común en los terneros como causa del estrés del destete.

 

 

4.3. Doble ordeño con ternero

            En esta práctica, mínimo 10 horas después de iniciado el primer ordeño, se puede realizar un segundo ordeño, cuya producción dependerá, desde luego, de la buena alimentación de las vacas. Los terneros, en este caso, sólo se encuentran con sus madres durante el apoyo y el escurrido de la ubre en cada ordeño.

            Tanto para el caso del doble amamantamiento, como para el doble ordeño con ternero, además de la necesidad de contar con buenos potreros o con un suplemento de alta calidad, para compensar en parte la menor cantidad de leche suministrada al ternero, se requiere de mano de obra adicional para la ejecución del segundo ordeño, por lo que en ciertas circunstancias puede no ser rentable.

 

4.4. Doble ordeño sin ternero

            Esta práctica requiere del adiestramiento de las vacas para lograr la bajada de la leche, sin la presencia del ternero.

            Las novillas de primer parto se acostumbran más fácilmente a esta práctica y hay algunas vacas que nunca se someten a ella.

El mayor inconveniente de este tipo de ordeño es el alto costo de la crianza artificial de las terneras, la venta obligada de los machos al nacimiento y la  incidencia de mastitis, que es mayor en las vacas que no son amamantadas, sin importar si el ordeño es manual o mecánico (Botero y Preston, 1988). En este caso el sistema de manejo se intensifica a tal punto que deja de ser un doble propósito, para convertirse en un sistema de lechería especializada.

 

5. Manejo del ternero recién nacido

Durante las primeras cinco a ocho horas después del parto de una vaca, se debe procurar que el ternero recién nacido amamante a la madre, para consumir el calostro. Las gamaglobulinas, contenidas en el calostro, consumido oportunamente por el ternero, le confieren inmunidad contra algunas enfermedades infecciosas, hasta que su sistema inmunitario se active y pueda responder a las vacunas y producir así los anticuerpos requeridos para que el ternero no enferme de manera crónica o no muera por causa de enfermedades infecciosas que se le presenten en forma aguda.  

También, es necesario “curar” el ombligo del ternero durante su primer día de vida, para evitar las miasis o gusaneras o que se infecte.  El ombligo es una puerta de entrada para bacterias, que generalmente causan poliartritis o “peste boba”, enfermedad que se manifiesta por inflamación de las articulaciones con acumulación de pus, y que puede evolucionar hacia diarrea y neumonía infecciosas. Esta enfermedad produce alta mortalidad en los terneros. Los terneros que sufren la enfermedad y sobreviven, nunca alcanzan un desarrollo satisfactorio ni productivo. 

El ombligo de los terneros debe curarse con glicerina yodada al 50% (glicerina mezclada a partes iguales con tintura de yodo). La condición aceitosa de la glicerina permite que se adhiera a la piel y al pelo del ombligo y evita que el yodo se lave con el agua lluvia o con la saliva del lamido de la vaca. Igualmente, se deberá tomar y registrar el peso de cada ternero al nacimiento y realizar la castración de los terneros machos durante sus primeros días de vida.

Se ha comprobado que la castración afecta menos a los terneros cuando se realiza a edad temprana, que cuando se hace tardíamente y que no afecta su peso al destete. Cualquiera que sea el método escogido para la castración de los terneros, es recomendable realizarla durante la época seca, para disminuir la incidencia de miasis o gusaneras e infecciones por bacterias, sobre las heridas abiertas (Botero, 1989a).

Durante los primeros días de vida del ternero es importante identificarlo. Esto se puede hacer mediante un tatuaje numérico. Para ello debe limpiarse la cara interna de la oreja, disolviendo por completo la grasa o cera natural, con un trozo de tela de algodón empapada en alcohol, luego se aplican los números a presión con la tenaza tatuadora, estos perforan la piel de la cara interna de la oreja del ternero y enseguida, sobre las perforaciones de la piel, se aplica la tinta de tatuar, de un color que resalte sobre el color de la piel. También, pueden colocarse orejeras plásticas o metálicas numeradas, que pueden caerse y perderse, de allí la importancia de un tatuaje bien hecho, que es indeleble o imborrable durante toda la vida del animal.

 

6. Criterios técnico-económicos para la selección del ganado

            De la única forma que se logra hacer una selección acertada es mediante la toma de registros de producción y para ello es indispensable la numeración del ganado.

 

6.1. Un sistema de numeración del ganado

            Si bien en hatos pequeños, manejados por el propietario, se recurre a la asignación de nombres a los animales, éstos resultan funcionales para llevar los registros, siempre que no se dependa para ello de un empleado que puede retirarse definitivamente en cualquier momento.

            En hatos de mayor tamaño o manejados con personal contratado, se debe numerar el ganado para poder contar con registros confiables.

            La numeración debe colocarse, a hierro caliente o marca fría, sobre la piel, en la parte baja de las piernas y/o como un tatuaje en la cara interna de las orejas y aprovecharse para proveer, en su sola lectura, la mayor información posible sobre el animal.

Un sistema de identificación que puede adaptarse según las necesidades de cada finca, consiste en un número de cuatro cifras, formado así: La primera cifra corresponde al último dígito del año de nacimiento del animal, la segunda cifra corresponde al bimestre y las dos últimas representan el orden de nacimiento del ternero en cada bimestre. Si se desea diferenciar el sexo, en este número de identificación se puede asignar una terminación impar para los machos y terminación par para hembras, o viceversa (Botero, 1989a).

                                  

Ejemplo: animal # 2304

            Este número de identificación correspondería a la tercera hembra (1a=00; 2a=02; 3a=04) nacida durante el tercer bimestre (mayo-junio) del año 2 (1982, 1992, 2002, según corresponda).

Si en la numeración no se está considerando el sexo, el ejemplo correspondería entonces al quinto ternero nacido durante el tercer bimestre de un año terminado en la cifra 2.

            Este sistema de numeración permite registrar un hato en el que se obtengan no más de 100 nacimiento por bimestre y hasta 600 nacimientos por año. El mismo número de identificación sólo se repetirá diez años después de usado una vez, cuando presumiblemente el animal inicial ya no se encuentra en la finca.

            En caso de tener más de 100 nacimientos por bimestre o más de 600 nacimientos por año, al orden de nacimiento del ternero, dentro de cada bimestre y año, se le pueden asignar tres cifras. Así, el número del animal queda con cinco cifras y permite numerar hasta 1000 nacimientos por bimestre y hasta 6000 nacimientos por año calendario

 

Ejemplo: animal # 23004

 

6.2. Evaluación práctica de registros

            En el sistema de doble propósito, para la evaluación de cada vaca se deben expresar y sumar, tanto la producción de leche durante la lactancia completa, como de la carne, obtenida a través del peso corregido del ternero destetado y traducirlos en dinero obtenido de cada vaca por día de intervalo entre partos (IEP), o por día de intervalo entre concepciones (IEC).

            La combinación de las cifras de los registros de producción, con las de reproducción, permite escalafonar las vacas con mayor exactitud, con el fin de detectar y proceder a eliminar las menos productivas, aumentando así la eficiencia biológica y económica del hato (Botero, 1989b).

            De ser posible, se deben palpar las vacas el día del destete, puesto que las que se detecten como vacías, en ese momento, deben ser descartadas y vendidas para el consumo de su carne, una vez que logren una buena condición corporal.

 

7. ¿Qué hacer ante la muerte del ternero?

En caso de muerte del ternero, antes del sexto mes de lactancia, se deberá tratar de no perder la producción total de leche de la lactancia de la vaca, haciendo que adopte otro ternero. 

Comúnmente muchos ganaderos mencionan que el ternero para adopción debe ser bañado con orina de la vaca o con una solución muy suave de agua con carbolina, creolina o específico.  Este tratamiento no siempre da resultado, ya que muchas veces el ternero es rechazado por la vaca, que termina por secar la leche rápidamente, ante todo porque hay que amarrarla y manearla para que deje mamar al ternero extraño para ella.

Existe un método que parece infalible. Consiste en quitarle la piel al ternero muerto y colocársela cubriendo el lomo al ternero que se va a atetar.  Para evitar que la piel se caiga, se la amarra con cuerdas al cuello, patas y cola del ternero.  Este la mantiene por tres a cuatro días, cuando se cae sola o se la debe quitar, puesto que ya tendrá mal olor. En esta forma y dejando ambos animales juntos, al menos durante una noche en el corral o el establo, el ternero es fácilmente aceptado por la vaca, sin importar su sexo, color, tamaño o raza. 

Para ello pueden utilizarse terneros machos o hembras de lecherías especializadas (ordeño sin ternero), que son vendidos a bajo precio.  Esta práctica deberá hacerse máximo al día siguiente de la muerte del ternero.

Todos los terneros que nacen muertos o mueren poco después del nacimiento, deben ser revisados detenidamente, para ver si eran anormales o defectuosos, en cuyo caso hay que evaluar el toro y la vaca, para ver cual de ellos puede estar transmitiendo genes indeseables y/o letales y proceder a eliminarlo del hato (Botero y De Alba, 1989).

 

8. Descorne de terneros

Definitivamente el ganado sin cuernos se ve más bonito, se maneja más fácilmente y se evitan accidentes por heridas entre los animales o al personal que maneja y ordeña el ganado.

El uso de la pasta descornadora tiene el inconveniente de que puede regarse y quemar la piel del animal, o la de sus compañeros al rascarse entre sí. Para evitar ese problema basta con aislar cada becerro durante medio día, después de aplicarle la pasta descornadora. 

Es más conveniente, a los dos meses de edad del ternero, aplicar una copa de hierro calentada al rojo vivo, hasta destruir la base del cuerno en formación.

 

9. Destete

La mayor cantidad de leche en cada lactancia la producen las vacas durante los primeros seis a siete meses de la lactancia.  Por ello, el destete puede hacerse desde ese momento y hasta un máximo de diez meses de edad del ternero. Esto, con el fin de permitir a la vaca un descanso mínimo de tres meses, antes del nuevo parto.

El día del destete se puede aprovechar para pesar los terneros, numerarlos a hierro en la parte baja de las piernas, con el mismo número del tatuaje y rectificar el descorne, en los terneros que así lo requieran.

El menor peso al destete de los terneros del doble propósito ya no es un limitante para su comercialización en países del trópico latinoamericano, siempre que su peso no sea inferior a 150 kilogramos. Muchos ganaderos prefieren terneros cruzados que tienen vigor híbrido, lo que les permite lograr una mayor ganancia de peso, ante una buena alimentación y manejo intensivos.

 

10. Manejo sanitario del ternero

Dependiendo del país, región y estación climática, se deberán aplicar las vacunas y baños contra ectoparásitos requeridos.

A partir del nacimiento de los terneros, se les deben tomar muestras de heces con intervalos de 1 a 2 meses y a las vacas cada 6 meses. Las                                                                                                                                                                        muestras de heces se toman al azar y únicamente al 10% de los animales. Estas muestras de heces pueden ser tomadas en forma seriada (por dos a tres ocasiones durante el transcurso de una semana). Solamente deberán desparasitarse todos los animales, cuando todas las muestras analizadas tengan más de 500 huevos de parásitos por gramo de materia fecal (hpg) y simultáneamente con la interpretación de los análisis por un Médico Veterinario competente. 

De lo contrario, se toman muestras de heces de los animales flacos, con pelo erizado y al tener los resultados del análisis se decide si se desparasitan ellos únicamente.  El examen de heces se justifica debido al alto costo de los productos desparasitantes comerciales.

En algunas regiones, durante la estación de lluvias, es de común presentación en los terneros la diarrea con sangre o diarrea negra, causada por Coccidia (Eimeria sp). Esta se previene adicionando Flor de azufre al 5% a la sal mineralizada que deben consumir los terneros. Otra opción de suministro de azufre para la prevención de la coccidiosis, consiste en adicionar Sulfato de cobre disuelto al 0,02% en el agua de los tanques bebederos (200 g/m3 de agua cada mes). Este producto actúa también como alguicida, precipitando los sólidos disueltos en el agua y manteniendo limpia el agua de los bebederos.  Este azufre es adicional al que normalmente deben contener las sales mineralizadas comerciales (Botero y Preston, 1989).  Los antibióticos y sulfas corrientes son inútiles para combatir casos declarados de diarrea negra, únicamente la sulfaquinoxalina es curativa.

La carga parasitaria en los terneros se puede mantener baja, si los potreros donde ellos pastorean proporcionan forraje abundante y de alta calidad, poseen suelos bien drenados y se manejan en rotación. Además, dichos potreros no deberán ser utilizados por bovinos adultos, que actúan como fuente adicional de infestación de parásitos externos e internos.

 

11. Bibliografía consultada

 

Bastidas, P.S. 2002. Conociendo el peso ideal al servicio de sus novillas de reemplazo. Revista Venezuela Bovina. 16 (52): 76 -77.

 

Bicca Andujar, M; J. Pereira Neves; P. Lay y M. De Oliveira. 1978. Influencia da solucao do lugol na inducao do cio e posterior fertilidade em femeas bovinas. Revista Centro Ciencias Rurais. 8 (3): 185 – 190.

 

Botero, R. y M.L. Kass. 1985. Metabolismo del calcio y fósforo en bovinos y su incidencia en la presentación de fiebre de leche. Departamento de Producción Animal, Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (CATIE), Costa Rica. 40p.

 

Botero, R. y T. R. Preston. 1988. El amamantamiento restringido. Cooperativa de Ganaderos del Risaralda. Boletín Informativo. Pereira, Colombia. 30: 9 –10.

 

Botero, R. 1989a. Manejo de explotaciones ganaderas en las sabanas bien drenadas de los Llanos Orientales de Colombia. Centro Internacional de Agricultura Tropical – CIAT. Programa de Pastos Tropicales. Serie Boletines Técnicos No. 2. Cali, Colombia. 100p.

 

Botero, R. 1989b. Evaluación práctica de registros para medir la eficiencia biológica en sistemas de producción bovina. Carta Ganadera. Colombia. 26(8): 4- 9.

 

Botero, R. y J. De Alba. 1989. Genes letales en bovinos. Revista El Cebú. Colombia. 246: 36-41.

Botero, R. y T.R. Preston. 1989. El uso de caña de azúcar para el engorde intensivo del ganado.  Carta Ganadera.  Colombia.  26(6): 44-48.

 

Botero, R. y J. De Alba. 1990. Hacia un mayor número de partos. Carta Ganadera. Colombia. 27 (6): 30 – 35.

 

De Alba, J. 1985. Reproducción Animal. La Prensa Médica Mexicana, S.A., México. 186 – 202.

 

Randel, R.A. 1993. Sistemas de manejo posparto para la monta de ganado Brahman. El Cebú. Colombia. 270: 64 – 80.

 

 

 

CRIANZA DE BECERRAS:
 
La crianza de becerras en un renglón tan importante como el de producción de leche, ya que de ahí depende el futuro del establo por ser el material que sustituirá a los animales improductivos para los cuales es inevitable el desecho. Los establos lecheros de la región, deben desarrollar mediante programas de selección adecuados los rasgos genotípicos que requiere el hato conforme a los requerimientos del medio ambiente donde se desarrolla, además de que por la situación económica actual, hace prohibitiva la importación de vaquillas al parto. Se estima que en un establo, aún bien tecnificado, hay un promedio de 25% de vacas de desecho al año, las cuales si se importan representan un fuerte desembolso para el productor.
La crianza de becerras del nacimiento hasta el parto es la etapa más importante y el futuro del establo, y de acuerdo como se atienda o se críe es lo que producirá de leche; un mal inicio en la crianza dará un pésimo animal productor, y según el manejo que se dé al animal joven los primeros días, dependerá de que se tenga un animal de crecimiento rápido, vigoroso, sano y en menos tiempo produciendo.
En la mayor parte de los establos los cuidados al parto es la práctica que mayor deficiencia presenta. Asimismo, se notan deficiencias en los alojamientos para las becerras, así como en los programas de manejo y alimentación de la vaca al secado y en la becerra. Se aprecia un deficiente aporte de calostro a las crías. La mortalidad de becerras es un problema serio para la industria lechera regional, por lo que se requiere un mayor conocimiento del valor relativo y la interrelación que presentan las distintas prácticas de manejo recomendadas, así como el beneficio financiero que aportan al establo.
 
Densidad de población

El grado y la duración del confinamiento de las becerras en las instalaciones y su permanencia en las becerreras son factores que favorecen el esparcimiento de los agentes infecciosos de un animal a otro.
 
Por lo tanto varios animales o el hacinamiento por largos períodos de tiempo incrementan los niveles de contaminación ambiental. Los problemas ocurren cuando el número de agentes infecciosos se eleva sobrepasando la capacidad de protección del calostro en las becerras.
 
Grado de confinamiento

En condiciones de confinamiento total, el uso de agua a presión para la limpieza de las becerreras y construcciones, es un medio altamente efectivo para la remoción de la contaminación, aún sin el uso de desinfectantes. Sin embargo, este método no puede ser usado en lugares en donde hay escasez de agua. En adición en los lugares en donde sí se usa este sistema se producen nebulizaciones conteniendo altas cargas de patógenos que aunado a serias deficiencias en la ventilación de las instalaciones, frecuentemente resulta en una elevada incidencia de trastornos respiratorios.
Por el contrario, el uso de becerreras individuales de intemperie que se mueven periódicamente a un nuevo sitio disminuye considerablemente la exposición de los becerros a los patógenos permitiendo además una limpieza eficiente del área.
Alojamiento de la vaca seca y de la vaca al parto
Las vaquillas deben pastorear o ser alimentadas durante el período seco en forma separada o independiente de las vacas adultas lo que permite alimentar mejor a las vaquillas durante la gestación. Asimismo deben parir en corrales o praderas separadas de las adultas lo que reduce la transmisión de enfermedades especialmente a las becerras nacidas de vaquillas. Es importante que los partos se lleven a cabo con naturalidad, en un lugar limpio y bien ventilado y en caso de presentarse distocias intervenir en forma competente.
Los partos deben ocurrir en exteriores si las condiciones medio ambientales lo permiten y en especial, las becerras deben ser separadas de la madre tan pronto como ocurra el parto en praderas o espacios abiertos minimizando el riesgo de contaminación.
Si los partos no pueden ocurrir en exteriores, los parideros deben ser limpiados y desinfectados y la paja cambiada entre parto y parto. En el grupo de vacas en período seco final y en las vaquillas próximas al parto debe recortarse el pelo de la cola a la altura del corvejón y la ubre debe ser lavada antes del parto para minimizar el grado de contaminación especialmente por heces fecales.
El tipo de material del que están hechas las instalaciones es muy importante. La madera barnizada y el plástico son los materiales que menor número de conteos bacterianos poseen por centímetro cuadrado en comparación con otros materiales como son madera pintada, concreto, metal, poliestireno, formica, maderas prensadas y ladrillo.
Los brotes de diarrea frecuentemente son precedidos de bajas temperaturas en el medio ambiente, vientos dominantes o lluvia. El estrés causado por estos factores y lo húmedo o lodoso de la tierra e instalaciones, puede alterar la habilidad de la becerra para amamantarse por sí misma.
Los agentes infecciosos se diseminan cuando hay hacinamiento de animales para protegerse de la lluvia o el frío, ya sea debajo de los techos en condiciones de confinamiento o debajo de un árbol en la pradera.
Instalaciones
 
Conforme las novillas de reemplazo crecen existen cambios considerables en sus necesidades para un área de descanso y espacio de alimentación. Adicionalmente, muchas prácticas de manejo requieren una separación de los animales (vacunaciones, tratamientos contra parásitos, inseminación artificial, medir la altura, pesarlas, etc.). Las instalaciones para novillas más grandes deben de ser diseñadas para llenar los requerimientos del animal y para facilitar el trabajo del operador. Las características deseables para las instalaciones de terneras más grandes deben de facilitar la:
 
  • Alimentación;
  • Cama y limpieza;
  • Separación de los animales.
 
Tabla 1: Superficies de suelo recomendadas para novillas lecheras en varios sistemas de instalaciones1
 
Superficie del área de descanso (M2)

Edad (meses)
 
Peso (kg)
 
Con pendiente2
Cama de paja, etc. 3
Confinamiento en piso
Externo en piso
0 – 2
45 - 90
No lo utilice
Corraletas4
No lo utilice
No lo utilice
3 – 5
90 - 160
No lo utilice
2.6
No lo utilice
No lo utilice
6 – 8
160 -225
0.9
2.3
1.1
3.3
9 – 12
225 - 300
1.1
2.6
1.2
3.7
13 – 15
300 - 360
1.4
3.0
1.6
4.2
16 – 24
360 - 544
1.75
3.7
2.3
4.7
Vacas secas
> 600
1.95
4.6
3.3
5.1

1Adaptado de “Dairy Freestall Housing and Equipment.” 5ª Edición, 1995. MidWest Plan Service, Ames Iowa.
28% de pendiente (8 cm por metro).
3Asumiendo un confinamiento total y acceso a 3 metros de ancho de un pasillo que se pueda limpiar.
4Dimensiones de una corraleta: 1.2m x 2.4m y dimensiones de un echadero individual: 1.2m x 2.1 m.
5Las novillas y vacas secas pueden tener problemas si se echan a favor de la pendiente.
 
Después del destete las becerras deben de ser agrupadas en números pequeños, principalmente de acuerdo a sus necesidades nutricionales (edad y pesos corporales).
 
Becerras destetadas: de 2-5 meses de edad
 
Las becerras destetadas de un tamaño similar, deben de ser colocadas en grupos pequeños (cuatro a seis) en instalaciones de transición diseñadas para mantener las mismas características que las instalaciones individuales (limpias, cama seca, buena ventilación, un fácil acceso a agua y alimento, etc.) De preferencia debería de existir el suficiente espacio en el comedero para que todas las becerras coman al mismo tiempo (Tabla 2), especialmente cuando el concentrado se alimenta en cantidades restringidas ya que las oportunidades para que exista competencia entre las becerras jóvenes deben de ser evitadas.
Tabla 2: Requerimientos del espacio de comedero (cm por animal)
Edad (meses)
Peso (kg)
Alimento siempre disponible
Alimento limitado
3 - 5
90 - 160
30
30
6 - 8
160 -225
30
46
9 - 12
225 - 300
38
56
13 - 15
300 - 360
46
66
16 - 24
360 - 544
46
66
Vacas secas
> 600
46
66-76
 
Vaquillas pre-púberes: de 6-11 meses de edad
 
Los grupos de vaquillas pre-púberes pueden consistir en 10 a 20 animales. La variación de peso máximo dentro de un grupo no debe de exceder los 70-90 kg. La alimentación y las tasas de crecimiento deben de ser observadas cuidadosamente ya que una ganancia excesiva de peso corporal durante este período puede dañar la habilidad futura para producción de leche. En contraste, una ganancia de peso corporal insuficiente retrasará la edad a la pubertad, el servicio y el primer parto. El observar la altura de las vaquillas, el peso y la calificación de condición corporal es muy útil en esta etapa para evaluar las prácticas de alimentación.
 
Edad de servicio de las vaquillas: de 12-15 meses de edad
 
Estas vaquillas deben de ser agrupadas principalmente para facilitar la detección de celos y con propósitos de servicio. El rango máximo en la diferencia de peso vivo no debe de exceder los 130 kg.
 
Vaquillas preñadas: de 16-22 meses de edad
 
Durante este período, las tasas de crecimiento y alimentación deben de ser monitoreadas para tener vaquillas con la altura, peso y calificación de condición corporal deseada al parto. Requerimientos mínimos de instalaciones y programas flexibles de alimentación hacen que el pastoreo sea una buena opción para las vaquillas preñadas.
 
 
Vaquillas en preñez tardía: de 22-24 meses de edad
 
Unos cuantos días antes del parto, las vaquillas de primer parto pueden ser movilizadas junto con las vacas en producción a través de la sala de ordeño para ayudar a que estas se ajusten a la rutina de ordeño. Si es posible las vaquillas de primer parto deben de ser mantenidas en sus propios grupos después del parto ya que pueden llegar a sufrir estrés por entrar a un grupo de vacas mas maduras.
 
De uno a dos meses antes del parto, el programa de alimentación debe de ser ajustado para preparar a la vaquilla para el parto y la primera lactancia. Esta debe de recibir forraje y progresivamente más concentrado para asegurar una buena transición y propiciar un alto consumo de materia seca lo más temprano posible después del parto.
 
Es importante el evitar una condición corporal inapropiada (alta o baja) a la hora del parto. Las vaquillas emaciadas (muy delgadas) u obesas (muy gordas) son más susceptibles a dificultades en el parto así como a problemas post-parto. Sin embargo, la etapa tardía de la preñez es un período para preparar a la vaquilla para el estrés de la lactancia temprana y no un período para ajustar la calificación de condición corporal
 
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