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GENETICA PECUARIA C.A. - *AGRICULTURA TRANSFORMADORA
 

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LA AGRICULTURA COMO ACTIVIDAD TRANSFORMADORA DE LOS ECOSISTEMAS


La Inviabilidad del modelo “moderno” de agricultura.


En los últimos 50 años, la agricultura moderna ha logrado incrementar la productividad de cultivos y animales, en base a un uso intensivo de la maquinaria agrícola, los combustibles fósiles, cantidades crecientes de agroquímicos (fertilizantes y pesticidas) y el uso de variedades de plantas y animales de alto potencial de rendimiento. Sin embargo, este estilo de agricultura ha generado importantes problemas, que plantean dudas sobre su viabilidad futura, entre los que pueden citarse:
  1. Contaminación de alimentos, aguas, suelos y personas por pesticidas y productos derivados del uso de fertilizantes sintéticos (nitratos y P en las aguas).
  2. Colmatación de cuerpos de agua (acumulación de sedimentos).
  3. Eutrofización de embalses.
  4. Disminución de los acuíferos en zonas de regadío.
  5. Pérdida de biodiversidad: Efecto de agroquímicos y simplificación de hábitats.
  6. Contribución al calentamiento global del planeta.     
  7. Dependencia creciente de combustibles fósiles y la disminución de la eficiencia productiva en términos energéticos.
  8. Pérdida de la capacidad productiva de los suelos, debido a la erosión, degradación, salinización y desertificación de los mismos.
  9. Dependencia creciente de agroquímicos (insecticidas, herbicidas, fungicidas, fertilizantes)
  10. Resistencia creciente a los plaguicidas de ciertas plagas y patógenos.
  11. Pérdida de variabilidad genética de los principales cultivos (erosión génica).
  12. Desplazamiento de algunas técnicas de cultivo propias de agricultores tradicionales por la tecnología “moderna” supuestamente de aplicación universal (erosión cultural).
  13. No ha sido aplicable a todos los agricultores.
  14. No ha solucionado el problema de la pobreza rural.

Estas características señalan un hecho hoy indiscutible: esta agricultura moderna, altamente mecanizada y dependiente de insumos ha logrado sistemas altamente productivos...Incluso, aparentemente “rentables”... Pero no sustentables. En Venezuela, en las últimas décadas se ha producido un gran desarrollo tecnológico centrado principalmente en tecnología de insumos y capital intensiva, que desplazó al sector de pequeños productores…
Por otra parte se reconoce que “la tecnología generada no siempre ha satisfecho la demanda del sector de la agricultura familiar” . Estas características muestran la inviabilidad del modelo de agricultura prevaleciente hasta el momento y en el que nos hemos formado casi todos los profesionales.
En este punto conviene preguntarnos: ¿Por qué ha ocurrido esto? ¿Cuáles han sido o son las causas que impiden alcanzar sistemas productivos sostenibles?

Sus causas

Aunque los problemas ambientales de la agricultura “moderna” son admitidos actualmente por la mayoría de los científicos, Universidades e instituciones de Tecnología Agropecuaria, no están tan claras las causas que los han motivado. Cualquier propuesta de agricultura que pretenda un desarrollo sustentable, debe estar basada en una clara comprensión de las causas que han motivado estos problemas.
Estas pueden sintetizarse en dos posturas. Una, considera que estos problemas se deben a desajustes o errores en la aplicación de la tecnología, pero no cuestionan el enfoque o modelo de agricultura. Consideran que el modelo es el correcto (incluso que es el único posible), y que sólo se requieren algunos pequeños cambios para que los problemas ambientales se solucionen. Y que esto será alcanzado mediante la moderna tecnología vigente y la que vendrá, seguramente, en el futuro. Es decir, proponen soluciones simples a problemas complejos. La tecnología, una vez más, promete “solucionar” los problemas que ella misma ha creado.
El otro análisis, más profundo, considera que el problema no es sólo de las técnicas aplicadas, sino del enfoque con que se ha encarado la producción agropecuaria. Es decir, cuestiona el modelo de agricultura, y a las bases filosóficas y de pensamiento que lo originaron. Considera que no hay un solo modelo de agricultura, que existen varios modos de hacerla, y que las características de la actual son dependientes o una consecuencia de una forma de entender la relación del hombre con la naturaleza y a la naturaleza en sí misma.
Las características de este enfoque, aún predominante, son:

•    La visión del medio ambiente como un objeto externo al hombre, inagotable y destinado a su satisfacción. Excesivo antropocentrismo.
•    Visión cortoplacista y productivista con que se ha encarado la producción agrícola moderna. El rendimiento de pocos cultivos como sinónimo indiscutido de “éxito”.
•    Confianza ilimitada en la tecnología (optimismo irracional). Poca capacidad para percibir el agotamiento o degradación de los recursos productivos.
•    Visión atomista y/o reduccionista del mundo y del método de adquirir los conocimientos. Considera que la suma de las partes es lo mismo que el todo.
•    Insuficiente conocimiento sobre el funcionamiento de los agroecosistemas. Se prioriza el conocimiento de los componentes de un sistema, por sobre el de las interacciones entre ellos.
•    Evaluación inadecuada del “éxito” económico de las actividades agropecuarias. La ilusión de riqueza. “socialización” del costo y “privatización” de la ganancia
•    Deficiente formación de los profesionales y técnicos de la agronomía en conceptos de agricultura sostenible y manejo de agroecosistemas. Conocimiento fragmentado.
•    Excesivo énfasis en lo técnico-biológico-productivo en las carreras de agronomía en detrimento de aspectos socioculturales.
•    La creencia en las bondades del mecanismo de generación–transferencia de tecnología.
•    La Ética: un valor casi inexistente.
•    Ausencia de criterios adecuados para evaluar la sustentabilidad de las prácticas agrícolas.
•    El mercado: un mecanismo poco adecuado para valorar los bienes ambientales.  “El precio no es sinónimo de valor”.

Es decir, los graves impactos ambientales y sociales de la agricultura moderna no son una consecuencia inevitable de la actividad agrícola en sí, sino de una forma de encararla. Se requiere entonces otro modelo de agricultura.

Sistemas Agrícolas Sustentables para un Desarrollo Rural Sustentable


La creciente percepción sobre la “inviabilidad” o limitaciones del modelo “oficial” de agricultura, ha llevado a un replanteo crítico del modelo de agricultura y generado la búsqueda y el desarrollo de diferentes estilos de agriculturas. Estas agriculturas, llamadas alternativas, entre  las que podemos citar la agricultura orgánica, la biodinámica (
utiliza de forma responsable los recursos naturales, sin emplear sustancias químicas como fertilizantes, pesticidas o transgénicos), la agricultura natural, incluso la permacultura(La permacultura es el diseño de hábitats humanos sostenibles y sistemas agriculturales, que imita las relaciones encontradas en los patrones de la naturaleza.La palabra permacultura (en inglés permaculture) es una contracción de agricultura permanente, como así también de cultura permanente.).   Todas ellas, aunque responden a distintas concepciones, tienen un denominador común: un mayor respecto por la naturaleza, y por el ser humano.
El mantenimiento de niveles adecuados de producción agrícola, junto con la conservación de los recursos naturales, es uno de los mayores desafíos que deberá enfrentar la humanidad en las próximas décadas. Se requiere desarrollar una agricultura que sea económicamente viable, socialmente aceptable, suficientemente productiva, que conserve la base de recursos naturales y preserve la integridad del ambiente en el ámbito local, regional y global . Por otra parte, está también cada vez más claro que cualquier intento de desarrollo rural sustentable no puede estar basado en una agricultura insustentable ya que esta constituye la base de desarrollo de las comunidades rurales.
Inmediatamente surge la pregunta ¿Qué es un sistema sustentable? y ¿Cómo se consigue? Puede decirse que “un sistema agrícola sustentable debería ser aquél que permita mantener en el tiempo un flujo de bienes y servicios que satisfagan las necesidades socioeconómicas y culturales de la población, dentro de los límites biofísicos que establece el correcto funcionamiento de los sistemas naturales (agroecosistemas) que lo soportan”.
(Biofísica:
ciencia que estudia la biología con los principios y métodos de la física).
Esta definición implica, por un lado que los agroecosistemas tienen una función integral: no sólo deben producir bienes: cultivos, animales, huevos, leche, etc.. sino también, y simultáneamente, deben brindar servicios: hábitat, funciones ecológicas (ciclado de nutrientes, regulación biótica, captura de carbono, control de la erosión, detoxificación del ambiente), paisaje, conservación de la biodiversidad de plantas y animales, etc.. Por el otro lado, que la satisfacción de las necesidades, debería estar restringida por los límites biofísicos de los sistemas naturales que la soportan. La idea de que existe un límite a la satisfacción de nuestras necesidades, como un deber ético con las futuras generaciones es, tal vez, uno de los aspectos menos comprendidos y aceptados de este concepto.
Para cumplir con estos requisitos, los agroecosistemas deberían ser:

1)    Suficientemente productivos (dependiendo del nivel de análisis).
2)    Económicamente viables (a largo plazo y contabilizando todos los costos).
3)    Ecológicamente adecuados (que conserve la base de recursos naturales y que preserve la integridad del ambiente en el ámbito local, regional y global).
4)    Cultural y socialmente aceptables.

Podemos, entonces, entender la sustentabilidad como un compromiso o un equilibrio entre el cumplimiento de objetivos económicos-productivos, ecológicos o ambientales y socioculturales. Es decir, si manejamos el agroecosistema de manera tal de privilegiar los objetivos económicos productivos , estaremos optimizando la productividad y tal vez, la rentabilidad del sistema, pero a costa del cumplimiento de objetivos ambientales y socioculturales, disminuyendo, por lo tanto, su sustentabilidad. Es decir: pueden existir niveles de productividad y rentabilidad incompatibles con la sustentabilidad.
Estos objetivos son igualmente importantes, de cumplimiento simultáneo, y no son reemplazables los unos con los otros. Se busca entonces una producción que esté de acuerdo con la conservación del medio ambiente (ecológicamente adecuada), pero que a su vez permita la producción de alimentos en forma suficiente y de manera compatible con los intereses económicos y socioculturales del productor.
Sin embargo, un manejo sustentable de los agroecosistemas no puede basarse en “recetas”, por más que estas sean ecológicas. No es cuestión de reemplazar el dogma de la revolución verde por el “dogma agroecológico”, sino de entender mejor los sistemas y plantear algunos objetivos que deben buscarse. Más allá de las características propias de cada sistema de producción, un manejo sustentable de los agroecosistemas debe buscar algunos objetivos comunes, entre los que pueden citarse:

  1. Una producción eficiente y rentable a largo plazo (considerando el costo ecológico) que promueva la conservación de suelos, agua, energía y recursos biológicos (como la biodiversidad).
  2. Una disminución del riesgo debido a fluctuaciones ambientales (bióticas y abióticas) o de mercado. Lograr una mayor estabilidad en el tiempo.
  3. Un uso o degradación de los recursos naturales renovables a un ritmo menor o igual a su tasa de reposición.
  4. Un uso o explotación de los recursos no renovables a un ritmo menor o igual al de la tasa de desarrollo de tecnologías alternativas.
  5. Una emisión de residuos similar o menor a la tasa de asimilación del ambiente.
  6. Un aumento en la biodiversidad funcional de los sistemas productivos. Compatibilizar la conservación de la biodiversidad con el uso sostenible de sus componentes.
  7. Una menor dependencia del uso de insumos externos (combus¬tibles fósiles, plaguicidas, fertilizantes sintéticos, etc.)
  8. Procurar los mayores niveles de productividad por unidad del recurso más escaso. Un uso más eficiente de la energía (principalmente fósil).
  9. Un mayor aprovechamiento de procesos naturales en la producción agrícola (reciclaje de materia orgánica y nutrientes, fijación de nitrógeno, y relaciones predador-presa).
  10. Una eliminación o disminución del daño al ambiente, a otras especies, y/o a la salud de agricultores y consumidores.
  11. Un ajuste de los sistemas de cultivo a la productividad potencial y a las limitantes físicas, económicas y socioculturales de los agroecosistemas.
  12. Estar basado en tecnologías que sean cultural y socialmente aceptables.

Analizando la complejidad de este desafío y la multidimensión de sus objetivos, surge inmediatamente una pregunta: ¿Es posible alcanzar estos objetivos con el mismo enfoque que originó los problemas que se pretenden solucionar? Más allá de que hay quienes creen que esto es posible, un análisis de las causas de los problemas y la complejidad del desafío, señala la necesidad de un profundo cambio en el enfoque o en la óptica con que se ha abordado, hasta ahora, la producción en los sistemas agropecuarios.

La Agroecología: el camino necesario

Se requiere, un nuevo paradigma que intente dar soluciones novedosas partiendo de la consideración de las interacciones de todos los componentes físicos, biológicos y socioeconómicos de los sistemas agropecuarios integrando este conocimiento en el ámbito regional para una producción sustentable. Es necesario pasar de un pensamiento simplista, reduccionista y mecanicista, a un pensamiento de la complejidad, que permita enfrentar el desafío ambiental.
La Agroecología surge como este nuevo enfoque, una nueva disciplina científica, más amplia, que reemplaza la concepción puramente técnica del as ciencias agrarias convencionales, por una que incorpora la relación entre la agricultura y el ambiente global y las dimensiones sociales, económicas, políticas y culturales. Y que posee, sobre todo, un gran componente ético. Podría definirse o entenderse como: “Un nuevo campo de conocimientos, un enfoque, una disciplina científica que reúne, sintetiza y aplica conocimientos de la agronomía, la ecología, la sociología, la etnobotánica, y otras ciencias afines, con una óptica holística y sistémica y un fuerte componente ético para generar conocimientos y validar y aplicar estrategias adecuadas para diseñar, manejar y evaluar agroecosistemas sustentables.”
El enfoque de la Agroecología presenta, diferencias substanciales con el paradigma productivista de la agricultura convencional en enfoques y objetivos q

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Características del Enfoque Agroecológico para una Agricultura Sustentable
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  1. Existen varios modos de hacer agricultura.
  2. La ética: es considerada un valor fundamental.
  3. Emplea el enfoque holístico y una óptica sistémica.
  4. Busca entender las interrelaciones entre los componentes de los agroecosistemas.
  5. Amplía y redefine los límites del sistema.
  6. Reconoce el conocimiento científico y otro tipo de conocimiento.
  7. Entiende el uso múltiple del territorio. Hábitat, conservación de la biodiversidad, paisaje, servicios ecológicos. No solamente con fines productivos.
  8. Considera que lo local es fundamental: potencial endógeno.
  9. Revaloriza aspectos socioculturales.
  10. Entiende la necesaria participación de los agricultores en la generación de tecnologías.
  11. Está basada, principalmente, en tecnologías de procesos (funciones ecológicas), más que en tecnología insumo-dependientes.

OBJETIVOS

  • Se plantea objetivos a largo plazo
  • Concepto sustentable que supere el mero rendimiento
  • Pone énfasis en el agroecosistema y en los ecosistemas relacionados
  • Incorpora en el análisis, implícita o explícitamente, el costo ambiental y/o social.
  • Busca diseñar sistemas complejos, basados en una alta diversidad (estabilidad)
  • Entiende a la biodiversidad en su sentido más amplio, en su aspecto funcional y estructural en los agroecosistemas, que provee de bienes y servicios. No sólo como fuente de genes.


En síntesis, la Agroecología considera que los sistemas agrícolas deben percibirse como ecosistemas complejos, con límites amplios,  teniendo en cuenta el efecto ambiental que ejercen las prácticas agrícolas, incorporando el costo ambiental y social en la ecuación econó¬mica de la producción. Este tipo de manejo permite diseñar sistemas más estables, socialmente más justos, y con menores riesgos financieros.
La diversificación puede también reducir las presiones económicas producidas por un aumento en el uso de pesticidas, fertilizantes, y otros insumos, caída de precios en el mercado y de algunas regulaciones que afectan la disponibilidad de ciertos insumos.
Aunque no existen recetas para el manejo de los agroecosistemas ya que este depende de las condiciones ambientales y socioculturales de los agricultores, que son muy variables, pueden establecerse una serie de estrategias generales que deberían tenerse en cuenta.   

Algunas estrategias que pueden emplearse en el manejo de agroecosistemas con enfoque agroecológico son:

  1. Reducir costos y aumentar la eficacia y viabilidad económica de los agroecosistemas, promoviendo un medio agrícola diverso y potencialmente flexible.  
  2. Diseñar sistemas que “imiten” ciertas características de sistemas en estados sucesionales avanzados, similares a los del bioma circundante.
  3. Mantener adecuados niveles de biodiversidad funcional (cultivada y asociada) que permitan un adecuado flujo de bienes y servicios ecológicos. Tener en cuenta para esto que debe promoverse una alta diversidad ambiental, (estructural): diversidad de nichos: diversidad vegetal, diversidad animal.
  4. Reducir la pérdida “innecesaria” de nutrientes disminuyendo de forma efectiva el lavado, la lixiviación y la erosión.
  5. Mantener cantidad y calidad de la materia orgánica a través del aporte de fijación de carbono (fotosíntesis), abono orgánico de calidad, restos de cosecha y fomento de la actividad biótica del suelo.
  6. Mejorar el ciclado interno de nutrientes a través del uso de leguminosas, abonos verdes, rotaciones y asociaciones.
  7. Lograr un mayor aprovechamiento de procesos naturales (fijación y reciclaje de nutrientes, relaciones depredador-presa, simbiosis, alelopatía, otros).
  8. Disminuir la “competencia” con las malezas. Buscar diferenciar “nichos”. Entender el rol múltiple de la vegetación espontánea.
  9. Disminuir la presión de plagas: manejo de la biodiversidad: Disminuir el estímulo del recurso, y/o asegurar la regulación biótica (introducción, conservación y/o potenciación de enemigos naturales).  
  10. Mantener un suelo “saludable”: balance equilibrado de nutrientes, mantener biodiversidad edáfica: Macro-meso y microfauna: estructura, disponibilidad de nutrientes, poder “Buffer”.(Capacidad (C) o Poder Buffer es la capacidad que tiene un suelo para mantener un nivel definido de P en la solución.).

El manejo de los agroecosistemas de acuerdo con estas estrategias, no es fácil. Requiere buenas bases teóricas sobre los mecanismos que intervienen en el funcionamiento de los agroecosistemas, como también un claro conocimiento de sus componentes y de las interrelaciones entre ellos.
Por otro lado, también es necesario un profundo conocimiento de cómo estos procesos se desarrollan en nuestro sistema, finca, en particular. Es en este sentido, que el conocimiento de los propios agricultores es esencial.


Otras medidas a encarar
    
    En este documento, se ha señalado la importancia de la Agroecología, para el logro de un desarrollo rural sustentable, al proponer un nuevo paradigma de abordaje de la producción agropecuaria, un nuevo enfoque. Sin embargo, el logro de una agricultura sustentable es un camino largo y complejo. Existen otros actores y otras medidas que deben encararse para su logro, entre las que se pueden citar:
    
  1. Desarrollo de una mayor conciencia sobre el impacto ambiental de la agricultura intensiva y sobre sus causas.
  2. Internalización del concepto del desarrollo sostenible. Nuestro compromiso ético con las futuras generaciones.
  3. Mejorar los conocimientos sobre el funcionamiento de los agroecosistemas, como sistemas físicos, biológicos y socioeconómicos.
  4. Modificar los planes de estudio y metodologías de enseñanza en las Instituciones de Educación Agrícola Media y Superior. Introducir la ética como valor fundamental de los profesionales de la agronomía.
  5. Incentivar el desarrollo e investigación en conocimientos básicos y en tecnologías que permitan manejos más sostenibles, basados en más procesos y menos en insumos.
  6. Encarar investigaciones tendientes al desarrollo y validación de metodologías adecuadas para evaluar la sustentabilidad de las prácticas agrícolas. Uso de Indicadores.
  7. Cambiar los patrones de consumo de productos agropecuarios. Reemplazar aspectos “cosméticos” por nutritivos.
  8. Desarrollo de un marco legal apropiado y su eficiente aplicación que favorezcan tecnologías que tiendan a la sostenibilidad y desaliente aquellas que atentan contra la misma. La calidad del medio ambiente debe ser vista como un derecho irrenunciable de la población.
  9. Toma de conciencia del rol irrenunciable del estado en incentivar prácticas sostenibles y desalentar las no sostenibles. Se debe tomar como una Inversión y no un gasto.

Conclusiones
 
  • Las características del modelo de agricultura vigente permiten afirmar que no es sustentable.
  • No es posible un desarrollo rural sustentable basado en agroecosistemas insustentables. Es necesario, por lo tanto, desarrollar sistemas agrarios sustentables.
  • Este manejo sustentable no debe basarse en recetas “ecológicas”. Requiere cambios de fondo en el enfoque y objetivos con que se encara la agricultura. Y un profundo conocimiento sobre el funcionamiento de los agroecosistemas, y las interacciones entre sus componentes, integrando aspectos ecológicos biológicos con socioeconómicos y culturales.
  • La Agroecología, como ciencia emergente, puede hacer un aporte importante en este sentido al señalar, dentro de un nuevo paradigma mas abarcador, y más humano, con un claro componente ético, algunas pautas y estrategias a tener en cuenta para el manejo más racional de los sistemas productivos.
  • Sólo una adecuada toma de conciencia sobre la problemática de la agricultura, sus causas y la necesidad de la incorporación de los principios agroecológicos, con una óptica sistémica y holística podrá asegurar una producción de alimentos ecológicamente adecuada, económicamente viable y socialmente justa para nosotros y para las futuras generaciones.
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